miércoles, 17 de agosto de 2011

La Antigüa Calle "El Galàn de la Burra" hoy conocida como "Erasmo Escala".



Por alla en los años posteriores a la fundación de Santiago del Nuevo Extremo, existia un mancebo de nombre Casimiro, el cual en las artes del amor no habia tenido muy buena suerte. Pero no tardó en verse correspondido por una de las doncellas mas hermosas de la Cañada de Saravia, con la cual habia conceguido una cita nocturna gracias a un vieja criada que le hizo papel de celestina.

En aquella noche la luna estaba en creciente, dicidido Casimiro bajaba por San Lázaro, muy atento a la soledad que presentaban los campos cercanos que antiguamente tenía Santiago. Ya llegado a la calle del Nogal, y escuchando un remoto ladrido de perros se entregó a la espera de la bella doncella. Para ese entonces los habitantes de Santiago eran bastante supersticiosos, y se corria la voz de que el diablo se aparecía por las calles de Santiago, para Casimiro el paisaje no era muy tranquilizador pues a lo largo de las tapias, la interminable y fantástica fila de cachos que sobre sus bardas colocaban los dueños de los corrales era un espectáculo característico en los aledaños al Matadero de San Miguel, junto con el estiércol de los vacunos en la calle y los cueros clavados en las murallas para ahuyentar la mala suerte.

Tal era el miedo de Casimiro que se dio a caminar a tropezones tras cerrar los ojos. Llegado a la muralla derruida junto al cequión donde se habia dado cita, la noche; profunda; invitaba a esas noches de amor a las que se daban cita los jovenes de aquella época. Solo el ruido de unas hojas que caían y unos pasos que se acercaban le sacó de sus pensamientos. Con los ojos cerrados esperó a que ella se acercara, ese ángel que sola y sin guardia alguno venía hacia él, sentía tras si el aliento de la mujer que se acercaba. Sin agüantar mas, le tomó y apretó por el cuello, cuya suave figura se transformaba en el aspero cuello de una borrica cabezona que se habia acercado a pastar por esos lares, como el hecho pertenece a un siglo malicioso y picarezco; en vez de referirse como a un escándalo; se creyó prudente no ahondar en el asunto y perpetuar el equívoco burlón con el eufemismo del "Galan de la Burra".
Contaban malas lengüas que fueron tales las bromas y burlas al pobre Casimiro que tuvo que tomar una carreta y partir hacia el Perú donde nadie le conociese por tal equívoco.

Fuente bibliográfica SANTIAGO CALLES VIEJAS, de Sady Zañartu.